lunes, 24 de noviembre de 2008

1. Síntomas del humor.

Son aquellos que mejor definen el trastorno depresivo, aunque no por ello son los más importantes o los únicos. Normalmente son niños que presentan:
Tristeza y/o llantos frecuentes: Son niños que en determinadas situaciones se les ve francamente tristes, aunque hay que matizar que los niños, especialmente los pequeños, son bastantes volubles pudiendo aparentar normalidad en determinadas situaciones. Por tanto es recomendable realizar una observación y evaluación en una amplia variedad de contextos antes de descartar este síntoma. A veces no es la tristeza el síntoma predominante, sino que se manifiesta en forma de labilidad emocional: son niños que lloran con suma facilidad, sin motivo aparente o ante situaciones sin importancia.
Sufrimiento psíquico: Son niños exageradamente preocupados por situaciones o acontecimientos sin importancia. Se traduce muchas veces en una actividad mental negativista, desilusionada que nos ponen en evidencia una cierta infelicidad.
Autodespreciación: Está íntimamente ligada al anterior. Son niños que repiten con frecuencia mensajes autorreferidos que traducen, no solo una baja autoestima, sino también un franco rechazo de sí mismos.
Malestar difuso, desinterés, indiferencia y retraimiento social: Cuando nos relacionamos con un niño o un adolescente deprimido, la mayoría de las veces, no saben precisar su malestar, les resulta muy difícil precisarlo, contrariamente al adulto que suele situarlo fácilmente en la esfera de los sentimientos negativos propios de la depresión. Los padres lo describen como escasamente motivado, sin interés por nada y los profesores lo centran básicamente en la desmotivación por las tareas escolares. El retraimiento social es más frecuente en los adolescentes que en los niños más pequeños. Cuando se presenta entre los seis y 12 años suele ser un síntoma e indicador de mayor gravedad.

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