lunes, 24 de noviembre de 2008

¡ BIENVENIDOS !

Desde este Blog, les doy la bienvenida a todos ustedes y los invito a comunicarnos por este medio para mantener informaciòn relacionada con el bajo rendimiento esocolar, que actualmente presenten los centro educativos, ya que, de esta manera compartirmos e intercambiamos conocimientos y experiencias y ser capaces de responder a los desafíos que la sociedad impone a través de la exigencia de la educación y de esta manera buscarle solucion a esta problematica que afecta a la población estudiantil Venezolana.

Prof.Cristina Tineo

BAJO RENDIMIENTO ESCOLAR

La primera motivación de un maestro es procurar que sus alumnos se superen y que su desarrollo sea armónico: tanto en el aspecto cognoscitivo como en el emocional y el social. En una palabra, que aprendan. A pesar del interés constante del profesor, en cada grupo suele haber niños (afortunadamente pocos) que no parecen avanzar al ritmo de sus compañeros.
Estos niños suelen volverse una preocupación para el maestro, que no puede detener el avance de los otros ni dedicarle todo el tiempo que el pequeño requiere. Además a veces se siente incapacitado para comprender el motivo de este atraso, así como impotente para ayudarlos. Es entonces cuando el maestro requiere de una guía que le ayude a determinar el tipo de problema que puede afectar al menor, y así poder tener más seguridad antes de actuar.
Si a través de la guía usted ha detectado que puede tener un niño con problemas de aprendizaje en su salón de clases, es conveniente que redacte sus observaciones: pueden ser de mucha utilidad para sus compañeros maestros y autoridades de la escuela, los padres y posiblemente los profesionistas que atiendan al niño.
A continuación describimos brevemente cuales son esos síntomas que nos deben poner en guardia.

1. Síntomas del humor.

Son aquellos que mejor definen el trastorno depresivo, aunque no por ello son los más importantes o los únicos. Normalmente son niños que presentan:
Tristeza y/o llantos frecuentes: Son niños que en determinadas situaciones se les ve francamente tristes, aunque hay que matizar que los niños, especialmente los pequeños, son bastantes volubles pudiendo aparentar normalidad en determinadas situaciones. Por tanto es recomendable realizar una observación y evaluación en una amplia variedad de contextos antes de descartar este síntoma. A veces no es la tristeza el síntoma predominante, sino que se manifiesta en forma de labilidad emocional: son niños que lloran con suma facilidad, sin motivo aparente o ante situaciones sin importancia.
Sufrimiento psíquico: Son niños exageradamente preocupados por situaciones o acontecimientos sin importancia. Se traduce muchas veces en una actividad mental negativista, desilusionada que nos ponen en evidencia una cierta infelicidad.
Autodespreciación: Está íntimamente ligada al anterior. Son niños que repiten con frecuencia mensajes autorreferidos que traducen, no solo una baja autoestima, sino también un franco rechazo de sí mismos.
Malestar difuso, desinterés, indiferencia y retraimiento social: Cuando nos relacionamos con un niño o un adolescente deprimido, la mayoría de las veces, no saben precisar su malestar, les resulta muy difícil precisarlo, contrariamente al adulto que suele situarlo fácilmente en la esfera de los sentimientos negativos propios de la depresión. Los padres lo describen como escasamente motivado, sin interés por nada y los profesores lo centran básicamente en la desmotivación por las tareas escolares. El retraimiento social es más frecuente en los adolescentes que en los niños más pequeños. Cuando se presenta entre los seis y 12 años suele ser un síntoma e indicador de mayor gravedad.

2. Síntomas de la esfera intelectual.


Son los síntomas que más nos confunden a los clínicos a la hora de realizar un diagnóstico diferencial con otros trastornos y su relación con el rendimiento académico. Los más frecuentes son:
Trastornos de la atención y de la concentración: Son niños y adolescentes que se despistan con frecuencia, si se les deja “parecen que están en otro sitio”, les cuesta muchísimo mantener la atención en cualquier tipo de tarea, están ensimismados. Cualquier actividad que requiera de este recurso cognitivo se deteriorará inevitablemente. Los pacientes con depresión, aunque lo deseen, el esfuerzo de mantener la concentración será un imposible, contribuyendo a la sensación de inutilidad y fracaso personal.
Enlentecimiento cognitivo: Les resulta penoso realizar tareas que requieran de agilidad mental debido al enlentecimiento ideativo (bradipsiquia). Por tanto afectará a cualquier tarea que requiera de una cierta velocidad de procesamiento. Hay que diferenciarlo del “sluggish cognitivo tempo” al que suele complicar cuando se dan ambas situaciones que, de otra arte, no es infrecuente.
Empobrecimiento de la imaginación: Se traduce en el ámbito académico por la dificultad a la hora de realizar textos que requieran creatividad o expresarse con soltura. Se traduce en un lenguaje poco productivo (bradifemia).
Dificultades en los procesos de memorización: Se ve afectada tanto la memoria de trabajo como los procesos de evocación. Conjuntamente con los síntomas anteriores afectarán significativamente al aprendizaje escolar.

3. Síntomas de la actividad.


Igualmente son síntomas que nos obligan a los clínicos a tenerlos presentes ante la eventualidad de una posible depresión y su relación con el fracaso escolar o bajo rendimiento.
Hiperactividad y trastornos de conducta o disruptivos: Como hemos descrito en otros trabajos, la hiperactividad es un síntoma que puede darse en una amplia variedad de problemas psicopatológicos. Las modas son peligrosas para el clínico, porque nos induce a precipitarnos en interpretación de los síntomas pudiendo cometer errores de consecuencias importantes. Cuanto más joven es el paciente mayor probabilidad hay de que se presente este síntoma en un trastorno depresivo. De forma contraria, en la pubertad/adolescencia son los problemas de conducta y disruptivos los más frecuentes.
Astenia, fatigabilidad: Se puede presentar con una frecuencia similar a los síntomas anteriores. A veces los adultos son proclives a “confundirlos” con la falta de motivación o, simplemente, que son vagos/as.
Rechazo a los juegos colectivos: Mas frecuente, cuanto menor es el niño/a. Cuando los clínicos indagamos sobre el por qué, no es raro que se nos diga que son rechazados o, simplemente, que no se encuentran a gusto, que no les apetece.
Inercia espontánea: Se podría definir como una especia de “automatismo” en el desenvolvimiento diario. La conducta, como las emociones pierden flexibilidad.
Ejecución enlentecida de las tareas: La bradipsiquia que describíamos anteriormente, a nivel motor, se traduce en un enlentecimiento general.

4. Síntomas físicos


Trastornos del sueño. Pueden ser muy variados: insomnio de conciliación, despertares frecuentes, insomnio tardío, sueño no reparador, agravación de algunas parasomnias (terrores nocturnos, sonambulismo, somniloquios etc.). Su repercusión sobre el rendimiento académico está relacionada con la fatigabilidad y somnolencia diurna. Suelen producir bastante irritabilidad durante el día.
Anorexia o hiperfagia: Aunque no son síntomas exclusivos de la depresión, suelen presentarse con frecuencia, especialmente, la anorexia. La hiperfagia, como veremos en otro de los temas, es más habitual en la ansiedad. En niños más pequeños suele presentarse como caprichos alimentarios.
Enuresis/encopresis: Suele muy indicativo de depresión cuando se presenta en niños/as que previamente habían controlado esfínteres. Especialmente relevante, e indicador de gravedad, es cuando se dan durante el día. Suele afectar bastante a la autoestima de niño/a.
Otros síntomas somáticos suelen ser: Las cefaleas, molestias gastrointestinales, empeoramiento de enfermedades de base como el asma, el eczema, erupciones variadas en la piel, soriasis etc.. Son síntomas que producen bastante absentismo escolar.

ÍNDICE DE HAMPSTEAD

Como en otros trastornos paidopsiquiátricos, también se ha elaborado un índice para evaluar la presencia y gravedad de la depresión en la infancia y adolescencia. Estos serían los síntomas clave:
• Triste malhumorado, deprimido (no necesariamente consciente).
• Retraimiento y desinterés con apariencia de enfado.
• Dificultades para disfrutar de las cosas y juguetes.
• Sentimiento de rechazo o no querido.
• Incapacidad para recibir ayuda.
• Actitudes y comportamientos regresivos.
• Insomnio u otros trastornos del sueño.
• Actividades autoeróticas.•